La línea que separa el dominio público de la propiedad intelectual puede parecer clara en teoría. Sin embargo, en la práctica está llena de matices legales, culturales y políticos, especialmente cuando hablamos de asuntos como los derechos de autor en obras de dominio público. Uno de los ejemplos más recientes y llamativos de esta complejidad es el caso judicial que enfrenta a Italia con la empresa alemana Ravensburger. Esta empresa es el fabricante de rompecabezas que utilizó la imagen del icónico dibujo «El Hombre de Vitruvio» de Leonardo da Vinci.
Este caso ilustra un conflicto creciente en el mundo del derecho del arte: la tensión entre los principios internacionales de los derechos de autor en obras de dominio público y las restricciones nacionales. Estas restricciones son impuestas por leyes de patrimonio cultural. En este artículo analizaremos en detalle los argumentos legales, las implicaciones para la propiedad intelectual y el impacto en el acceso al patrimonio cultural en la era digital.
El dominio público en teoría
El dominio público se refiere a todas aquellas obras creativas que ya no están protegidas por leyes de propiedad intelectual. Esto puede deberse a la expiración del plazo de protección, a un fallo en el cumplimiento de los requisitos legales, o a una cesión voluntaria por parte del autor. En la mayoría de los países, las obras entran al dominio público una vez transcurridos 70 años desde la muerte del autor.
Bajo este concepto, una obra como el «Hombre de Vitruvio», dibujada alrededor del año 1490 y cuya autoría está fuera de toda duda, debería ser libremente utilizable por cualquier persona o empresa. Esto debería aplicarse en cualquier parte del mundo. Pero la realidad legal es mucho más compleja.
El enfoque italiano: un «pseudo-derecho de autor»
Italia ha adoptado un modelo legal particular mediante su Código del Patrimonio Cultural. Este establece restricciones al uso comercial de reproducciones de obras pertenecientes al patrimonio nacional, incluso si esas obras ya están en dominio público. Esto significa que una reproducción digital fiel del Hombre de Vitruvio requiere autorización previa. Además, se debe pagar una tarifa para su explotación comercial.
Este enfoque crea lo que algunos académicos han denominado un «derecho de autor sustituto». Este concepto extiende indefinidamente el control sobre ciertas obras culturales. Según sus críticos, esta estrategia choca con los principios de acceso al conocimiento y de libertad de uso. Estos principios sustentan el concepto de dominio público en la legislación internacional y europea.
La disputa legal entre Italia y Ravensburger
El conflicto comenzó en 2019, cuando el Ministerio de Cultura italiano y la Gallerie dell’Accademia di Venezia demandaron a Ravensburger. Esto fue por el uso del Hombre de Vitruvio en sus rompecabezas sin autorización previa. A pesar de que Ravensburger intentó llegar a un acuerdo, las autoridades italianas exigieron el cumplimiento de su legislación incluso fuera del territorio nacional.
En 2022, el Tribunal de Venecia dio la razón a Italia, ordenando a la empresa cesar la producción a nivel global y pagar sanciones. Estas sanciones son económicas por cada día de incumplimiento. Sin embargo, Ravensburger apeló el fallo en Alemania, donde finalmente obtuvo una decisión favorable. Esta decisión fue por parte del Tribunal Regional Superior de Stuttgart en 2024.
Jurisdicción territorial y derecho del arte
Uno de los puntos más delicados en este tipo de disputas es el principio de territorialidad del derecho. Este principio establece que cada país tiene la potestad de aplicar sus leyes dentro de sus fronteras. Aunque Italia puede exigir licencia para el uso del Hombre de Vitruvio en su territorio, no puede imponer sus normas a empresas que operan desde otros países.
El tribunal de Stuttgart afirmó que la legislación italiana no es vinculante en Alemania. Esto representa una clara delimitación de competencias nacionales frente al concepto universal del dominio público.
El impacto en el uso comercial de arte clásico
Este caso tiene repercusiones amplias para quienes desean utilizar obras clásicas en productos comerciales. Desde editoriales hasta empresas de diseño o educación, muchos actores dependen de que obras antiguas estén libres de restricciones. La existencia de un sistema paralelo como el que impone Italia podría reducir el acceso, encarecer el uso y desalentar la difusión cultural.
Por otro lado, defensores del modelo italiano argumentan que esta protección asegura que las instituciones culturales reciban fondos por el uso comercial de su acervo. Estos fondos podrían ser reinvertidos en su conservación y difusión.
Tensión entre legislaciones nacionales e internacionales
La situación legal en Europa se ha tornado más tensa desde la incorporación de la Directiva sobre derechos de autor en el mercado único digital (CDSM). El Artículo 14 de esta directiva estipula que las reproducciones de obras en dominio público no están sujetas a nuevos derechos de autor. Sin embargo, Italia incluyó una cláusula que indica que la norma se aplica sin perjuicio de su Código del Patrimonio Cultural.
Esta ambigüedad permite que tribunales italianos ignoren, en la práctica, las limitaciones de la Directiva Europea. Priorizan la protección del patrimonio nacional por sobre el principio de libre acceso al dominio público.
Desafíos del derecho de autor en la era digital
Internet ha transformado la forma en que compartimos, accedemos y utilizamos el arte. En este contexto, la territorialidad se vuelve una herramienta difícil de aplicar. Esto se debe a que cualquier obra publicada en línea está potencialmente disponible en todo el mundo. ¿Cómo se puede hacer cumplir una ley nacional como la italiana en plataformas digitales globales?
Este desafío jurisdiccional, unido al uso creciente de contenidos de archivo y obras clásicas para varios propósitos, hace urgente una mayor armonización legal en el ámbito internacional.
Conclusión
El caso del Hombre de Vitruvio plantea una cuestión fundamental: ¿de quién es el patrimonio cultural de la humanidad? Aunque las intenciones de proteger y conservar obras maestras como las de Leonardo da Vinci son loables, imponer barreras legales perpetuas a su uso podría ir en contra del espíritu del dominio público.
Una solución equilibrada debe reconocer la necesidad de financiamiento de las instituciones culturales. Pero no se debe convertir el acceso al arte clásico en un privilegio limitado. La decisión del tribunal alemán marca un precedente importante a favor de la libertad de uso. También podría allanar el camino para futuras reformas legales más justas y globales.